BOTIQUÍN DE VACACIONES
¡Que gusto, que ilusión que alegría, que llegan las
vacaciones! Sólo pensar en ellas,
anunciarlas a nuestros amigos, vecinos y familiares resulta ser ya un preludio
placentero que nos da un delicioso gustirrinín en la tripa.
Nos vamos, necesitamos descansar, cambiar de aires, olvidarnos de problemas, a mesa puesta, levantarnos tarde, o pronto para ir de excursión, los paseos de noche, el agua, el sol.
Se toman muy diferentes direcciones, según gustos, nivel económico, estado de salud y tiempo del que se disponga.
Antes de que os vayáis de vacaciones, os voy a dar una pequeña cartilla, yo creo que de oro, para que en previsión de los muchos contratiempos que puedan surgir en vuestro viaje y estancia VACACIONAL, vayáis bien equipados con EL BOTIQUIN más completo y os aseguréis unas VACACIONES afortunadas.
Pero antes de nada, debo recordaros y recomendaros que llevéis en el fondo de vuestra maleta la mejor de las medicinas de este BOTIQUIN DE VERANO: Meter antes de cerrar la maleta abundante tolerancia y la intención de hacer felices a los que os acompañan.
Normalmente muy pocos turistas prevén que fuera de su entorno habitual vayan a producirse contratiempos en la salud; Se prefiere no pensar en ello, sin embargo ser previsor y llevar en un pequeño botiquín que ocupa poco sitio, para que si llega el caso se puedan solucionar sin salir de casa pequeños accidentes imprevistos.
La realidad es que al igual que los accidentes de carretera, cuando el humano sale a otros mundos que no conoce tiene un considerable mayor riesgo de sufrir accidentes pequeños y no tan pequeños.
Es así que se dan muchos casos de parejas, grupos de amigos o familias
que por accidente o enfermedad de alguno de ellos tienen que interrumpir sus
ansiadas vacaciones.
Por el hecho de cambiar de clima, de presión atmosférica, de hábitat,
alimentación y condimentos, nuestro organismo queda expuesto a un mayor riesgo
de alteraciones principalmente: Digestivas, nerviosas, respiratorias, articulares, alérgicas y cardiocirculatorias.
Especialmente las personas mayores o con ciertas enfermedades como diabetes, úlceras, afecciones de la esfera bronquial u otorrino, hipertensión, disfunciones hepáticas o de riñón, tienen obviamente un mayor riesgo de sufrir accidentes no deseados.
Cuando aparece algún problema, a éste, se le suma la angustia de sentirse lejos de su entorno conocido.
Esta previa reflexión, la he considerado importante, sin ánimo desde
luego de enfriar ningún proyecto de viaje, de mentalizaros y recordaros que para garantizar un viaje y un feliz
regreso: “Más vale prevenir que
lamentar”
En mis viajes he visto muchos contratiempos que se podrían haber resuelto en la mayoría de los casos con sencillas herramientas y un buen uso de ellas.
En primer lugar hay consideraciones muy valiosas que conviene saber para no perder la forma física durante todo el viaje:
1. Beber agua
continuamente.
2. Llevar ropa
cómoda, amplia y a ser posible de algodón, lino, hilo etc. (y repuesto)
3. No ingerir
grandes cantidades de alimento de una vez y más bien hacer varias pequeñas
comidas al día
4. Si se va a
tomar el sol, ingerir como mínimo desde un mes antes, productos que contengan
aceites protectores de la piel así como protectores oculares: Aceite de germen de trigo, betacarotenos,
aceite de onagra, Zeaxantina y Luteína, o preparados que los contengan, de
venta en farmacias o herbodietéticas.
5. Llevar
calzado cómodo, que transpire y que proteja bien el pie.
6. Aligerar lo
más posible el equipaje.
7. Dejar todos
los problemas en casa.
Elementos
que componen el BOTIQUÍN que yo personalmente me llevo a mis viajes, de media y
larga duración.
DE
Con todo ésto y los remedios que vamos a encontrar en la naturaleza en el bosque, en la montaña o en la playa, de verdad que se viaja mucho más tranquilo.
A los que con afanes más aventureros y salvajes gusten de adentrarse en
plena naturaleza y convivir con ella en plena simbiosis, me permito aconsejarles
o quizá recordarles que los animales: El ciervo, el lobo, el oso o el gorila de
los que debiéramos aprender muchas cosas, a falta de esa inteligencia que el
hombre ha adquirido, conservan un fino instinto que les permite escoger la
planta medicinal o el elemento mas eficaz para curar en cada caso sus males;
Y éstos o muy parecidos riesgos, son los que correrá el montañero,
senderista o alpinista: Golpes, torceduras, esguinces, mareos, picaduras,
agotamiento, reacciones alérgicas, intoxicaciones, empachos, lipotimias,
insolaciones.
EN
La tierra, para hacer barro con saliva
y aplicar sobre las picaduras, o las heridas. O para ingerir en caso de una
intoxicación.
Las espinas, para
utilizarlas como agujas de acupuntura y pinchar en caso de tumefacción, golpe,
retorcijón, dolor o neuralgia.
La ortiga, para
ahuyentar a las serpientes, ortigarse una zona dolorida, inflamada o aliviar un
dolor de cabeza o un empacho con una infusión.
Los grandes árboles, para
sentarse o abrazarse a ellos e impregnarse de su armoniosas y poderosa
vibración.
Los cantos rodados de orilla del río, para caminar
sobre ellos y activar alguna función (renal, circulatoria, nerviosa,
respiratoria) que puedan estar en conflicto.
El agua corriente y fría de los ríos de
la montaña, para limpiar una herida, para bajar una inflamación,
para calmar el dolor de algún golpe, para meter los pies y las manos y aliviar
una migraña, para darse un baño y templar el sistema nervioso.
La arena del mar, para
enterrarse en ella y eliminar toxinas, malos humores y mucosidades.
El agua del mar y las olas, masaje
extraordinario para músculos, articulaciones Mejora notablemente las
sinusitis, los problemas de piel, las alergias.
Las rocas, las piedras grandes, las losas, que son
verdaderos acumuladores de la energía solar, resultan ser excelentes
recuperadores para tumbándose o sentándose sobre ellas, resolver una lipotimia,
un mareo, extenuación o caída de tono vital.
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